domingo, 31 de marzo de 2013

Divagaciones Ochenteras

Estas son cosas que me pasaron por la mente el año pasado mientras leía "Soy el Hombre de mi Vida":



Mónica Santa María

Recuerdo haber visto el reportaje donde se hablaba de un inexplicable suicidio y un posible asesinato y me decía a mi misma "cómo que se murió? osea que ya no va a estar en el show?", supongo que en ese entonces no lo tomé como una pérdida humana sino como un cambio en mi programa favorito porque no recuerdo haberme sentido particularmente triste, mucho menos haberme alterado o llorado al respecto. Lo cierto es que después de eso, a pesar de que trajeron otras dalinas preciosas y risueñas, Nubeluz me dejó de gustar.


La Época del Terrorismo era Bonita

A los que fuimos niños en la década de los 80's, vivimos el terrorismo de una manera diferente. Cuando se daba la alarma de una posible bomba en los colegios, a nosotros nos daban el día libre y nos mandaban a casa a ver televisión sin que nos enteráramos de que nuestras vidas estuvieron en peligro. La basura se sacaba de noche así que las esquinas de los parques donde jugábamos ya no apestaban. Pero lo más divertido de todo eran los apagones. Los adultos se desvivían por mantener la calma sin que cunda el pánico, mientras que nosotros lo pasábamos bomba. Los padres que trabajaban todo el día y llegaban a casa cansados, de pronto nos prestaban toda su atención, nos contaban cuentos a la luz de las velas, reunían a la familia para jugar juegos de mesa, y en mi caso, nos sacaban al parque a vista de todos los vecinos y jugábamos a la ronda y los siete pecados, siempre dirigidos por mi mamá, hasta quedar exhaustos y empapados de sudor. No fue sino muchos años después con una amigas que el tema salió a la luz y con él la frase célebre que da título a este párrafo.  

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