Hace un par de semanas volví a ver Splash (con Tom Hanks y Daryl Hannah) donde un hombre se enamora de una sirena. Lo que me gustó de esta película es que ella realmente se ve y comporta como una sirena ignorante del mundo humano y no como una porrista en traje de baño. Pero lo que me llamó la atención fue el discurso que le da su hermano cuando la sirena es capturada y él la rechaza por ser de otra especie. Le dice "es un pez y eso qué?" que eso no importa, ya que el hermano nunca ha sido tan feliz en su vida como lo fue él en los días que pasó con ella. Al irse con la sirena, el chico renuncia completamente a su vida de hombre. Mensaje Número 1: si me hace feliz, qué más importa?
Luego recordé otra película con el mismo corte, Date with an Angel (con Michael Knight y Emanuelle Beart), donde un ángel cae del cielo para llevarse el alma de un hombre con tumor cerebral, pero daña sus alas en el proceso y es rescatada por el hombre que debería llevarse. Ambos se enamoran y ella decide salvarlo y vivir en la tierra como ser humano junto a él. Mensaje Número 2: el amor llega cuando y donde menos lo esperas. Si tienes que romper las reglas, hazlo, valdrá la pena.
Sé que los directores de estas películas tenían la intención de dar un mensaje de igualdad y tolerancia, sin importar si somos feos, gordos o pobres, exagerando un poco (o mucho) la situación por el glamour de Hollywood; es solo que algunos nos lo tomamos muy al pie de la letra y no podemos evitar pensar que un amor que trasciende de esa manera es más puro y eterno que cualquier cosa. Quizá fui influenciada pero no me importa, ese tipo de pensamientos son los que me definen como la persona que soy ahora, y prefiero creer que el amor es algo especial y no solo algo más que se nos cruza en la vida.